Oracion a San Martin de Porres. Oraciones catolicas rezos plegarias. Oraciones a todos los santos y virgenes.
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Oración a San Martín de Porres


Señor Nuestro Jesucristo, que dijiste "pedid y recibiréis", humildemente te suplicamos que, por la intercesión de San Martín de Porres, escuches nuestros ruegos.
Renueva, te suplicamos, los milagros que por su intercesión durante su vida realizaste, y concédenos la gracia que te pedimos si es para bien de nuestra alma.

Así sea

 

ORACIÓN A SAN MARTÍN DE PORRES PARA PEDIR UN FAVOR URGENTE
Oh San Martín, hermano mío,
escucha el día de hoy mis suplicas, mis penas y
lamentos, sé tú mi consuelo.
En mis obstáculos y adversidades, ayúdame.
En mis mayores tentaciones, cúbreme.
En la enfermedad y el lamento, socórreme.
Oh, Santo bondadoso,
ruego solución a mis necesidades,
aleja de mí cualquier mal, aleja de mí
al mentiroso y al embustero, protege
a mi hogar y a mi familia, auxilia mi petición, San Martín.

(Realizar petición)

Poderoso San Martín de Porres,
por los milagros que en vida realizaste,
por la misericordia que mostraste,
por la humildad que desbordaste y
es por la gloria que gozas al lado del Señor,
concédeme esta petición.
Compasivo San Martín,
sé que entiendes mis problemas,
sé que me ayudarás, confío en ti,
solucionarás mis problemas y mi
bienestar mejorará, gracias a
usted lo hará.
Milagroso San Martín,
cubre mis pasos y no me dejes
caer en tentaciones, acompáñame en mis éxitos y
socórreme en mis lamentos, Yo, “tu nombre”,
fiel devoto de su santidad, confío en su gracia divina.
Por el poder que otorgó el señor Jesucristo a
su persona, mis penas desaparecerán,  y esta petición
se hará realidad.
Así será, Amén.

 

San Martín de Porres
Nació en 1579 en Lima y murió en Lima, 1639. Fue un religioso peruano de la orden de los dominicos que fue el primer santo mulato de América.
Era hijo de Juan de Porres, hidalgo pobre originario de Burgos, y Ana Velásquez, una negra liberta, natural de Panamá. Hacia 1586, el padre de Martín decidió llevarse a sus dos hijos a Guayaquil con sus parientes. Sin embargo, los parientes sólo aceptaron a su hermana, y Martín de Porres hubo de regresar a Lima, donde fue puesto bajo el cuidado de doña Isabel García Michel en el arrabal de Malambo, en la parte baja del barrio de San Lázaro, habitado por negros y otros
La proximidad del convento dominico de Nuestra Señora del Rosario y su claustro conventual ejercieron pronto atracción sobre él. Sin embargo, entrar allí no cambiaría su situación social y el trato que recibiría por ser mulato y bastardo: no podía ser fraile de misa e incluso le prohibieron ser hermano lego. En 1594, Martín entró en el convento en calidad de aspirante a conventual sin opción al sacerdocio. Dentro del convento fue campanero y es fama que su puntualidad y disciplina en la oración fueron ejemplares. Más aún, dormía muy poco, entre tres y cuatro horas, y cuentan que, para no olvidarse de sus funciones por el cansancio, un gato de tres colores entraba a la enfermería y empezaba a rasguñarlo avisándole de su deber.
Se dice que era tan pobre que cuando murió no hubo ropa con que amortajarlo, así que lo enterraron con su propio hábito ya roído.
La vida en el convento estaba regida por la obediencia a sus superiores, pero en el caso de Martín la condición racial también era determinante. Todas estas dificultades no impidieron que Martín fuera un fraile alegre. Sus contemporáneos señalan su semblante alegre y risueño.
En línea con la espiritualidad de la época, San Martín de Porres y su coetánea Santa Rosa de Lima practicaron la mortificación del cuerpo. Martín se aplicaba tres disciplinas cada día: en las pantorillas, en las posaderas y en las espaldas, siguiendo un riguroso horario y evitando mermar su salud para el cumplimiento de otras obligaciones.
En octubre de 1639, Martín de Porres cayó enfermo de tabardillo pestilencial. Murió el 3 de noviembre de ese año. Hubo gran conmoción entre la gente, doblaron las campanas en su nombre y la devoción popular se mostró tan excesiva que obligó a hacer un rápido entierro. A pesar de la biografía ejemplar del mulato Martín de Porres, convertido en devoción fundamental de las castas y gentes de color, la sociedad colonial no lo llevaría a los altares. El proceso de beatificación terminó en 1962, bajo el papado de Pablo VI; su festividad se celebra el 3 de noviembre.

 

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